Esta vez no es nada baladí tirar de hipérbole para señalar de histórica una sentencia judicial. Así es, la sentencia por la violación masiva a Gisèle Pelicot. Y no, no eran monstruos, aunque fueran monstruosidades los hechos cometidos por el que fuera su marido “perfecto caballero” y “un tipo genial”, al igual que los otros cincuenta violadores, franceses normales, cercanos de la víctima, pero que abusaban, a la llamada de Dominique, de una mujer sedada y drogada. ¿Cabe más bestialidad? No, nos equivoquemos, no eran monstruos, pero llevaban clarísimamente un monstruo en su interior, ay, que quizá esté cerca de habitarnos a ti y a mí, que somos buena gente, ejemplares señores y perfectos caballeros. No lo sé, pero a mí me da miedo pertenecer a mismo género de esos señores que no son monstruos y llevan dentro uno gigantesco y terrorífico. El perfil es muy variado: periodista, obrero, enfermero, jardinero, bombero..., ya ves, gente que te cruzas por la calle y te parecen personas normales y hasta buena y estupenda gente sin detectar el horror que les rodea y los define.
Pero dejémoslos a la puerta de la cárcel, que es donde tienen que estar el tiempo que ha pedido la Fiscalía por llevar un monstruo dentro de sí, para estar del lado de la víctima y recrearnos en su ejemplo enorme de dignidad, valentía y compromiso, conceptos que dejan de ser conceptos abstractos para convertirse en valores incontestables hechos cuerpo y alma en el cuerpo y alma de esta mujer:
“Es la hora de que la vergüenza cambie de bando”, proclamó Gisèle Pericot a los cuatro vientos y se extiende su grito por todo el mundo, quien ignoraba todo lo que le había ocurrido durante 10 años en los que sufrió mareos, enfermedades de transmisión sexual y una extraña somnolencia provocada por los somníferos que su marido le suministraba en la comida y en la bebida y que ella consumió inconscientemente.
Con inusitada valentía la Sra. Gisèle Pericot pidió que el proceso se celebrara a puertas abiertas para que se pudiera debatir fuera lo que se juzgaba adentro. Para que el silencio de tantos años se volviese un ruido insoportable para la sociedad, demostrando su lucidez y no dejar impune lo que no debe serlo y pasar de largo ante la ignominia más atroz. “Quise, al abrir las puertas de este juicio el pasado 2 de septiembre, que la sociedad pudiera apropiarse de los debates que se llevaron a cabo. Nunca he lamentado esta decisión. Confío ahora en nuestra capacidad de construir colectivamente un futuro en el que todos, mujeres y hombres, puedan vivir en armonía, con respeto y comprensión mutua”, dicho así, con entereza y sosteniendo el fondo más depurado de la ideología feminista.
Somos muchos, por fortuna, los que estamos a su lado, sentimos profundamente todos los horrores que ha sufrido y le agradecemos su valentía, la defensa de su dignidad y su compromiso de la defensa de la mujer. Mil gracias, Gisèle Pericot
https://youtu.be/3mGcN2CMpwM?si=GSsF5OrlNjLD6v88 ALISON BALSOM - VIVALDI: Violin Concerto in A minor (clip)
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