“La vida, escribió Beda el Venerable, monje inglés de la Edad Media, es un pájaro que sale volando de la oscuridad, aletea mientras cruza por un salón iluminado y regresa a la negrura de la que surgió”.
Quizá quienes me siguen no recuerden, o sí, que este tema ya lo toqué a partir de un frase expléndida del autor de “Lolita,” Nabokov, y decía así: “Nuestra existencia es un grieta de luz entre dos eternidades de oscuridad”, que viene a ser lo mismo que la del Venerable, y es tan hermosa y fascinante, si no más.
Y no hay más remedio que volver porque ese pozo tiene abundante agua y no se seca tan pronto ni en época de sequía, como la actual. Pero no leeré aquel escrito porque no está bien plagiarse ni a uno mismo, a los otros, ya sabes que es delito, a no ser que el plagio vaya acompañado de asesinato, es decir, que lo plagiado mejore al original, que pudiera suceder en ocasiones.
¿Qué se nos quiere decir a quienes tan despistados y desnortados caminamos por este bosque oscuro de una vegetación espesa y abigarrada?
Lo primero que no somos más que pájaros, en exceso frágiles, a merced del viento, por mucho que levantemos las alas y saquemos pecho, siempre fatuo, y más cuanto más lo hacemos. Salimos de la oscuridad, de la nada, para ser más exactos y volvemos a la misma. El soneto de José Hierro “Vida”, tan estremecedor, como lúcido e irrebatible, es contundente:
“Después de todo, todo ha sido nada, / a pesar de que un día lo fue todo… Ahora sé que la nada lo era todo, / y todo era ceniza de la nada...
Con este final apabullante:
Qué más da que la nada fuera nada / si más nada será, después de todo, / después de tanto todo para nada”.
Podemos piarla todo lo que queramos como los pájaros, pero al final, nos toparemos con la nada y si quieres un poco menos fuerte, con la oscuridad, que no se sabe qué será peor…, y no le des más vueltas.
Es así y no hay que pedirle peras al olmo, como la vida, que da lo que da, y sin embargo importa sobremanera detenerse en lo hermoso y sublime que, a buen seguro, lo hubo y lo sigue habiendo, ya sabemos que la vida es una noche en una mala posada, que decía nuestra Mística, pero puede haber mucho de Nochebuena, y es suficiente, una ráfaga de aire fresco que se eterniza, como se eternizan los besos de las madres, de la esposa, los hermanos, las amigas…, y si tienes hijas, ni te cuento, cuando hacen de enfermeras contigo sobrepasando a las mejores profesionales. Como se eternizan todos los grandes amores, todas las buenas amistades y todos los mejores momentos.
Es una grieta de luz, pero cuánta grandeza, o mejor un pájaro volando entre dos oscuridades, volando y flotando en los cielos infinitos mientras dura el vuelo. Y quede claro, siempre lo digo, porque lo pienso desde los adentros, que no hay final después de llegar, igual que los ríos que van a dar a la mar…, para volver a empezar siempre de nuevo, porque la vida, no la nada, sigue y sigue con nosotros y sin nosotros. Mueren las olas al instante y nunca terminan de morir porque siempre están de regreso otras. ¡Cómo no recordar a Virginia Wolf en su novela “Las olas”! No te fijes tanto en las que mueren, fíjate más en las que vuelven y vuelven…Es decir, que la vida sigue…
https://youtu.be/WsrDYubnNJY Ave Maria- Astor Piazzolla for Violoncello and Piano
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