jueves, 24 de noviembre de 2022

LA SOLEDAD NO TAN SOLA

 


Que es dura la soledad no deseada, a estas alturas de la vejez de esta mujer, no hay quien lo dude, y lo prueba ese cabello descuidado, ese mantel con arrugas pronunciadas de tanto estar guardado casi bajo llave, pero es el cumpleaños de su marido, que falleció hace ya 6 años, 9 meses y 18 días, y la ha obligado gozosamente a celebrarlo. Cómo dejarlo pasar como un día más, sin fuste, como un día cualquiera, sin alma, y se dijo, y le dijo: Paco, no se me ha olvidado, tenemos que brindar para que sigas esperándome donde quiera que estés, yo continúo a la espera.
Con una memoria privilegiada y unos recuerdos hasta los últimos detalles, muy poderosos y frecuentes, desde la mañana no pensó en otra cosa que organizar una buena comida con su vino predilecto. Y ahí están brindando, dejando trabajar a la memoria y a los recuerdos, que han sido capaces, tanta ha sido su intensidad, de dibujar su sombra en la pared de enfrente al lado de la silla que le tenía reservada, y ha esperado a que él beba y diga cómo está el vino, para continuar comiendo o cenando en amor e inmejorable compañía, como siempre fue, como siempre está siendo, como siempre será, hasta que la muerte los separe definitivamente y ella termine con estas celebraciones en vida.
Es dura la soledad devenida y para nada elegida por una misma, pero hay que hacer de tripas corazón, intentar gestionarla lo mejor posible y, por nada del mundo, no dejar una sola fecha en el pozo insano del olvido o de la indiferencia y la apatía, que sería peor.
Alguien dirá que está loca o que la demencia senil o el Alzheimer están haciendo estragos en su cerebro, y ella saldrá a la calle, a sostener que no es cierto, que está en sus cabales, que lo único que está llevando a cabo es hacerle sitio en su memoria, porque es la única forma de que no haya muerto en su corazón y siga vivo. Que es lo que todos practicamos con nuestros padres, algún hijo o algún hermano que marcharon al lugar de los muertos, y mientras los recordamos siguen vivos en nuestra memoria, que es mucho y que es todo lo que podemos y debemos hacer. Que es lo que ella está obligada a celebrar, qué menos, no va a cenar sola en un día tan señalado. La sombra, qué importa, es lo que ideó el artista de forma sugerente y oportuna metiéndose en la piel y sobre todo en la cabeza y en el corazón de esa mujer. Porque esa mujer no está loca, está dejando únicamente que las chispas de los recuerdos continúen avivando el fuego que existió entre los dos. No, no está loca, y, por fortuna, el Sr. Alzheimer no la ha visitado.
Nota no tan al margen: Para aliviar su soledad le regalo estas dos canciones sobre el amor y el compromiso cívico del inmenso cantante, Pablo Milanés, que se fue esta semana y quizá esté más cerca que nunca de todos nosotros. Yo mismo le tenía olvidado y he vuelto con insistencia a escuchar su voz y sus fantásticas canciones. Creo que a medio mundo le ha pasado lo que a mí: A su muerte hemos despertado y puesto sus canciones de nuevo para “eternamente” estar escuchándolas con gran deleite y aprovechamiento.
https://youtu.be/-GJ32TZ2zwU Pablo y Suylen Milanes - Yolanda
https://youtu.be/vtkYDO2chtQ Pablo Milanés - Yo pisaré las calles nuevamente (LETRA)

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