jueves, 6 de mayo de 2021

CUÍDATE... PARA CUIDAR

 



De vez en cuando aparecen expresiones que hacen fortuna y adquieren una importancia capital ocupando todas las conversaciones y, en este caso, despedidas. Y así “cuídate” se ha adueñado del terreno de los adioses, vete con Dios, hasta luego, hasta la vista, que os vaya bien, que te vaya bonito, buen viaje, da recuerdos... Y yo le doy la bienvenida, me gusta, la uso mucho también, estoy muy a gusto utilizándola, me parece hermosa, como su contenido más profundo que habla de los cuidados, de la acogida y del afecto que el otro se debe a sí mismo, buen camino para sembrar de buen rollo el ambiente, tantas veces, como hoy, tan crispado. Que lleva incluido que se deje querer, que se deje cuidar, llamado y destinado, a la vez, a cuidar a los demás de la misma manera dando afecto, parte del tiempo, y compañía. Por eso, bienvenida la expresión “cuídate”, y alargarla en un “cuidaos” “cuídate... para cuidar” y “cuida a los otros”, comenzando por los más cercanos y de algún modo sentirse afortunado si en tu vida hay otros que te necesitan expresamente. Cuando iba a ver a mi hermana con un Alzheimer como un tsunami, que se la llevó al final después de haber destruido su mente y a toda ella, todos los domingos veía a uno de mis sobrinos media mañana del domingo, atendiéndola, mimándola, acariciándola, y aunque ella ya no sabía quién era quién, él sí sabía quién era ella y quién era él, cuidándola, siendo realmente un afortunado, no le veo desde entonces, pero me imagino que tendrá un vacío imposible de llenar que no tenía antes. ¿El milagro del que cuida y del de los cuidados? Seguro que sí.

Llena de bondad y sabiduría, y sin una pizca de estrechez mental religiosa al uso, es esta maravillosa lección concisa y profunda que le dio un padre del desierto a un hermano que le hizo una pregunta muy concreta: “Padre, cuando durante el oficio divino vemos a hermanos que se duermen, ¿qué os parece? ¿Les damos un golpecito para que estén bien despiertos durante las vigilias?”. La respuesta del anciano fue también muy concreta: “Te lo puedo asegurar: cuando durante el oficio divino veo un hermano que se duerme, pongo su cabeza sobre mis rodillas y le dejo descansar”. Sobran todos los discursos y explicaciones.
Concluyendo: Cuídate, y sea bienvenida esta expresión tan hermosa y plena de bondad, mímate, vete en paz contigo mismo, pero sin olvidarte de cuidar a tus hermanos: a los más tuyos y a los otros, quienes quiera que sean. Me lo anoto. Y mientras vas caminando, donde quiera que vayas, no imites al caracol, quien ante la mínima molestia del exterior se mete en su concha por los siglos de los siglos, sino a la flor que se abre de par en par, llena de colorido y perfume, sin importarle las inclemencias del tiempo, desplegando toda su hermosura y esplendor dando lo mejor de sí misma. Pues lo mismo: sobran las palabras y toda disertación.
Ya lo sabes, ya lo sé: Cuídate... y que el cuidado hacia ti se haga extensivo a los otros.
https://youtu.be/L31v9DVKCh4 Ara Malikian. Dzovarev

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