viernes, 15 de febrero de 2019

FIRME DEFENSOR DE FACEBOOK


“Cuando te gusta una flor, la arrancas.
Cuando amas una flor, la riegas todos los días”. Buda
Este pensamiento, que corre abundantemente por Facebook, estos días, sería suficiente para contrarrestar las críticas más feroces o despectivas de quienes menos se pasean por las Redes, porque encierra sabiduría de siglos y en cantidades industriales.
Personalmente soy fiel seguidor de Facebook y acepto que no todo es oro, como no todo lo que ocurre a diario en cualquier espacio y en cualquier momento a lo largo del día de igual manera es oro, porque hay mucha morralla allí y aquí, mucha dosis de vanidad y exposición vacua y sin límite, excesiva maledicencia, falta de modales básicos en toda elemental convivencia que se precie, insultos que hacen temblar al firmamento por moverte en dirección opuesta y a tu aire, mucha paja y hojarasca, y poco aire y juicio crítico, y demasiada banalidad, etc. etc. etc.
Y sin embargo es aquí donde encuentro a gran parte de mi gente, mis fieles seguidores, además de buenos amigos y amigas estupendas, y a quien yo sigo y persigo de buenos modos, siempre. Encuentro profundos pensamientos como el que encabeza este escrito, oro puro, con frecuencia, estupendos artículos, vídeos fantásticos, canciones que llenan la tarde, bellas imágenes, material impagable que me inspira y me invita a escribir mis cosillas, etc. etc. etc.
Y soy tan fiel que, en gran medida, le debo haber escrito mucho de mis artículos bajo su luz o a su sombra, sobre los temas más variados y que, por fortuna, suelen ser del gusto de mis lectores, que casi nunca son tan críticos como yo lo soy, porque los hay “buenecillos”, regulares y hasta flojitos, pero uno da lo que da: aprendiz en esto de hilvanar palabras con la mayor corrección y dignidad posibles.
Pero vayamos al inicio y nos adentremos en el extraordinario pensamiento de Buda, que bien pudiera servir como tarea en mis talleres de escritura:
Los sentidos paladean, tocan, huelen, ven, oyen, más lo que el sexto sentido aporta: se apropian, se apoderan, invaden, captan, engullen... y el espíritu, el corazón, el centro del ser humano, el alma, si se quiere, aman, contemplan extasiados. Ahí radica la diferencia abismal que va de arrancar la flor para disfrutar unos minutos de ella, y así dura lo que dura, bien poco, o plantarla en la mejor tierra, abonarla de vez en cuando, regarla siempre que sea necesario, cuidarla todos los días, mimarla, arrancar las malas hierbas, librarla de parásitos e insectos de toda calaña, estar agradecidos de su existencia y saber que es hermana y compañera de fatigas de este vivir como hijos de la madre naturaleza a la que debemos el ser. Aquí nadie es más que nadie, ni menos, como decía nuestro poeta. Ni el centro del universo, ni el último de la fila, ni el primero, del montón alegre y bullicioso, amigos y compañeros. ¿Para qué más? Y si alguien tiene más que reparta, que por ahí va el amor, en contra de la avaricia que arrasa y se lleva consigo al muerto.
Nota no tan al margen: No obstante habrá que tener cuidado con su uso, que ya el sabio Zygmunt Bauman, recien fallecido, dejó dicho que la redes sociales son la trampa de la modernidad individualista.

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