lunes, 3 de diciembre de 2018

LO SIMPLE Y LO COMPLEJO



La realidad es plural, compleja, con una multiplicidad de relaciones e interconexiones diversas, por lo que ir por la vida con ideas elementales de salvapatrias y tres por uno, como querer solucionar los problemas que nos atañen acudiendo con añoranzas enfermizas a la mano dura del primer caudillo o dictador de turno, cuando sopla el huracán de los conflictos, o cuando yendo por lo fácil se saquea el fondo de pensiones para tapar otros agujeros sin gestionar con eficacia y decencia las cosas del bien común.
Y cuando nos va mal decir y sostener, sin más, que hay que empezar por los niños y las nuevas generaciones, sin pensar que a los niños y las nuevas generaciones se les educa desde la calle, el parlamento, los medios de comunicación, la casa y la escuela. (Otro día ampliaré esta idea).
Y habrá que concluir que no existen mundos únicos, lineales, pues cada día los científicos descubren más la inmensidad rayando el infinito, ni universos duales, puesto que en lo bueno se inserta lo malo y en lo malo no todo lo es y se puede encontrar mucho bueno, menos los que miran siempre para otro lado y no ven nada y, por lo tanto, que el mundo simple no es ni existe, sino complejo, polivalente, dialéctico, divergente, antidogmático, de muchas verdades, enormes dudas y escasas certezas. Y que el "todo" es un sistema más complejo que una simple suma de sus elementos constituyentes, y dos más dos pueden ser doscientos. Y que no somos islas, formamos parte de un todo y es el todo el que debe ser salvado aunque los neoliberales recalcitrantes se empeñen en desmentirlo.
Y si la realidad es plural, compleja, multicolor, polivalente, ¿cómo entender, en una España plural, compleja, multicolor y polivalente, discursos radicales del amplio espectro sin tener en cuenta al otro, la realidad vista y sufrida por mil ojos y millones de españoles que no han tenido la suerte que tú has tenido?
Porque últimamente estamos oyendo simplezas, posverdades, pura y llanamente mentiras, y visiones tan anquilosadas en el tiempo que ya sonaban viejas hasta en la Edad Media.
Y hablando de lo simple y lo complejo, cómo no citar a Edgar Morín, sociólogo y filósofo francés, el propulsor del “nuevo paradigma de la complejidad”. Sobre este tema escribió libros y artículos hasta tal punto de ser llamado el profeta del pensamiento complejo. Morín aborda el conocimiento como un proceso que es a la vez, biológico, cerebral, espiritual, lógico, lingüístico, cultural, social e histórico, mientras que la epistemología tradicional asume el conocimiento sólo desde el punto de vista cognitivo. Este nuevo planteamiento tiene enormes consecuencias en el planteamiento de las ciencias, la educación, la cultura, la sociedad.
Ahí quería llegar. “Aprender a convivir” significa desarrollo de la tolerancia, apertura a lo distinto, respeto al diferente, tratar de entender la complejidad del mundo actual compuesto de muchos elementos dispares y hasta disparatados. Y que estos elementos se basan en la complejidad que se caracteriza por tener muchas partes que forman un conjunto intrincado y difícil de conocer, etc. etc.
¡Qué bien les vendría a los que más hablan en público, por ejemplo, los políticos, leer más y hablar muchísimo menos!
Entiendo y aplaudo a Manuela Carmena cuando dice que “los discursos de los políticos son infantiles, simples, teatrales”.
Importa, hoy más que nunca, apostar por una sociedad plural y compleja. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

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