lunes, 26 de noviembre de 2018

¿QUIÉN CUIDA A QUIÉN?



“Cuando cuidas a un ser querido, se supone que es él quien te da, no tú: atenderlo durante meses, cambiarle los pañales, lavarlo, peinarle el pelo que ralea, besar sus labios cuarteados o inflamados”, hace decir en la novela “París-Austerlitz”, Rafael Chirbes, al protagonista, si bien este confiesa no haber sentido nunca ninguna bondad cayendo sobre él cuando cuidaba a su pareja ni cuando estuvo ingresado su padre y había que ayudarle en casi todo.
Yo no lo tengo claro porque no lo he experimentado, pero sí veo de cerca, semana tras semana, durante ya más de dos años, y lo palpo, el cuidado que algunos de mis sobrinos tienen con su madre, mi hermana, de una exquisitez ejemplar que me parece estar comprobando que quien está sacando lo mejor de ellos es precisamente la enferma de Alzheimer, a la que con tanto mimo cuidan, en su fase terminal. Ella es la que les está dando todo lo que son capaces de hacer día tras día, siempre con una sonrisa para que se las devuelvan, lo único que ya sabe hacer. Su sola presencia, perdidas prácticamente todas las facultades físicas y mentales, esta vez como eco, viene a ser la misma que en su plenitud, excelente en todos los órdenes, en honor a la verdad, y es que cuidaba, contagiaba, enseñaba sin alardes, creaba la suficiente magia de hacerlo todo sin darse la menor importancia y por supuesto sin pedir nada a cambio.
Comparo esto con lo que nos sucede cuando nos acordamos con frecuencia de los padres que ya fallecieron -lo cito con frecuencia- que nos hace bien, nos siguen haciendo bien, y que es como ese milagro imposible, porque ya no pueden darnos nada, no están, no existen, y sin embargo siguen regalándonos los valores de la piedad, el agradecimiento, la grata memoria... que brotan en nosotros, simplemente por recordarlos. ¿No será que su sombra alargada sigue siendo tan benefactora como lo fue en vida? ¿Será que tras su muerte siguen ganando batallas y cuidándonos como lo hacían cuando vivían, pero que ahora es únicamente el recuerdo que logra estos maravillosos milagros? Y el milagro se hace porque es así como siguen vivos, porque al recordarlos les sacamos del túnel del olvido: el peor de los túneles, la peor de las muertes.
No sé, pero sí está claro que, tanto en el primer caso como en el segundo, nos están regalando el mayor de los dones, como es ese aflorar lo mejor del ser humano, esas virtudes tan necesarias en un mundo, muchas veces, tan selvático: la piedad, el cuidado, la entrega total aun en los más mínimos detalles, y seguimos agradeciendo el amor que nos mandan y su presencia dentro de nosotros.
¿Quién cuida a quién?

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