sábado, 30 de junio de 2018

¿SOLO BESTIAS?


No hay como tener el ojo avizor y el oído atento para que nos salgan al paso joyas de esta categoría, porque ¿Cómo se le puede llamar a unos animales como estos, bestias, quedarnos tan satisfechos y mirando a las nubes, despreciando el polvo de nuestros zapatos y con indiferencia al origen que nos une a todos los seres vivientes?
Porque hay que detenerse, aunque sea un instante, para qué tendremos tanta prisa, hasta que se impregne la mirada del milagro de la calma, la ternura y la felicidad de la madre por tener esa carne tan liviana, e infinitamente más feliz la borriquilla por estar en el sillón más cálido y vivir uno de los momentos mejores de su vida.
Ambas, a la par, podrían estar así toda la eternidad, para qué moverse, ...ir de acá para allá, sin rumbo, buscando otros placeres, tirando miles de fotos para no volverlas a ver más, perdiéndose el fulgor de la tarde, el juego de luces del sol al esconderse en el horizonte con los últimos reflejos en la quietud del mar, cuando ya han comido suficiente, seguir haciéndolo, por eso están tan de buen año, con prisa obsesiva para llegar cuanto antes a la próxima, ensanchar el ámbito del patrimonio y engrosar la bolsa.
Las dos están satisfechas con lo que la vida les está regalando y no se pierden, desde su instinto sabio, ni un ápice de lo que la vida les está regalando. Para qué más, suya es la tarde, la mañana y la noche con la mejor de la carga a las espaldas y el lugar más seguro para recorrer la pradera.
¿Solo bestias? ¿O hay algo más, mucho más, y que de no mirar con atención se nos escapa no solo la belleza de la estampa sino el fondo de esos dos animales, tan cercanos en sentimientos a lo mejor de nosotros mismos cuando los nuestros vibran en esa misma sintonía?
Notas no tan al margen:
1.- Cómo no recordar al burrito más famoso de la literatura, un prodigio de arte y buen hacer en las manos sabias de uno de los más grandes poetas:
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro...
Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña ... pero fuerte y seco como de piedra”.
2.- Y de manos de la ciencia:
Siempre nos lo hemos creído, porque nos lo habían dicho desde muchos altavoces, que éramos los reyes de la creación, dominadores del planeta y todo cuanto alrededor se mueve, y muy superiores al resto de los seres, claro está, hasta que la ciencia nos va descubriendo y mostrando que comportamientos cooperativos, sin acudir a altos sentimientos y conductas ejemplares en la inmensa mayoría de los seres vivos, se encuentran en las bacterias que ya hicieron su presencia, millones de años, antes de nosotros. “Con toda probabilidad, escribe el profesor de neurociencia y filosofía, Antonio Damasio, hace varios millones de años, los organismos unicelulares también exhibían comportamientos sociales cuyos rasgos generales concuerdan con aspectos de los comportamientos socioculturales humanos”. No digamos todo lo que vino después, por ejemplo, hasta llegar a esos dos borricos.
Está claro que en el proceso de la evolución hemos alcanzado metas muy superiores al resto de los seres vivos, pero ello no obsta para ser respetuosos y admiradores de todo brote de vida, desde luego, y mucho más responsables, que nos lleve a no alardear ya más de nuestro puesto en el mundo, sino más bien a cuidar de forma muy distinta de como con tanta frecuencia lo hacemos: convirtiendo en basureros las playas, los ríos y los mares y demostrando muchas veces crueldad y ninguna compasión con los animales.

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