domingo, 17 de diciembre de 2017

¿TODOS SOMOS GENIALES?


No debemos pedir al pez más de lo que puede dar, esto es, querer conseguir de ellos que trepen como las ardillas, tronco arriba, por los árboles del bosque, cuando no son ardillas, y ni falta que hace, lo que se les pide, y así lo hacen de maravilla, es que naden. Que nos lleva en volandas para darle vueltas a un pensamiento sabroso y a la vez profundo. ¿Somos geniales, todos nosotros? A lo que habría que contestar, sin devaluar el concepto que merece todos mis respetos, afirmativamente. Y si no lo somos podemos llegar a serlo con tiempo y si damos con las oportunidades pertinentes, siempre que se nos pida lo correcto y realista y no alcanzar la luna de un salto. Claro que hay en cada cual algo en lo que ser extraordinariamente experto y brillar de manera excelsa. Lo que pasa es que se nos pide lo imposible, habiendo nacido para ser estupendos en una materia se han empeñado, o nosotros mismos, en ir por caminos equivocados y en exceso tortuosos. ¡Cuánto Mozart asesinado se ha dicho desde que pisó tierra el genio de la música! Y solo por escoger oficios y carreras no adaptados a la idiosincrasia y cualidades personales, pues si el padre era capador, abogado o registrador de la propiedad, ¿cómo pensar que los hijos no siguieran las huellas del abuelo y del padre? Espero que esos tres hermanos, Laís, Álex y Pedro Santana, de Río de Janeiro, tres pequeños Mozart, no sean asesinados en su genialidad. Tienen oído absoluto, al estilo de Bach, Beethoven y Sinatra, una habilidad rara, aparece una entre 10.000, una persona con oído absoluto es capaz de reproducir notas, incluso una melodía, con solo escucharla una vez.
Es la tarea prioritaria de la educación, que nace en la familia y continúa en la escuela, la calle, la vida pública: ayudar a que cada uno escoja aquello en lo que se ve con más posibilidades para desarrollar al máximo todas su capacidades, en cuyo caso es muy fácil que pueda llegar a tocar algunos aspectos de la creatividad reservada a todos los humanos, la genialidad está a un paso, siempre que se contemple ese aspecto reducido en el que cada cual puede llegar a ser, que no se sucederá como cuando pedimos que el pez sea hábil en trepar árboles o la liebre hacer diez largos en la piscina del polideportivo. Esto es lo que nos hace inútiles e inadaptados, como pedir peras al pobre olmo.
Pero sí, todos, en líneas generales, podemos ser geniales o geniecillos en algunas parcelas de la realidad, esto es: destacar, ser buenos en aquello para lo que nos hemos preparado, hacer el trabajo como los mejores y no conformarse con lo logrado, porque siempre hay un más difícil todavía a lo que se puede y se debe aspirar. Y si te queda alguna duda, vete al diccionario que te dirá esto: “Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables”. Si alguien te dijo que no eres capaz, no le creas.
El genio de los genios, Einstein, siguió insistiendo: “Cualquier tonto inteligente puede hacer las cosas más grandes, más complejas, y más violentas. Se requiere un toque de genialidad – y mucho valor – moverse en la dirección opuesta”. Y sabía lo que se decía.
Aunque bien pensado, es mejor estar caminando hacia ello que haber llegado.

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