domingo, 19 de noviembre de 2017

LOS MÚLTIPLES CAMINOS DE LA IMAGINACIÓN


No busques similitudes en estas dos ilustraciones porque no pueden ser más dispares, solo quiero que hagan nido en tu mente, como lo han hecho en la mía, y te dejes llevar de tu imaginación a donde el viento te sea favorable. La fuerza de la imagen es inmensa, y el valor de las palabras no le va a la zaga.
La primera pertenece al libro de cómics, “El legado de Magneto”, y es la historia de un judío adolescente, en la época de surgimiento antisemita. El pequeño Max sobrevive a las humillaciones, persecuciones y a la macabra prueba final de la supervivencia en un campo de concentración. En el camino, debe adaptarse o morir y recurre al contrabando, a la picaresca y a la audacia al mismo tiempo que pierde su inocencia y gran parte de esa fe en los seres humanos que finalmente le convertirán en un supervillano. Así es la historia de este muchacho, pero tú puedes seguir otros derroteros y pensar en otra opción de ficción y convertirlo en un ser que salió decidido, gracias a su enorme fuerza de voluntad, a rehacer su vida de hombre libre, con mucha fe en él y en los otros, además de buena gente. Algunos lo han logrado, a pesar de esas circunstancias tan adversas capaces de quebrar lo mejor del ser humano.
El famoso director de cine, José Luis Cuerda, escribe en el prólogo, «el trato dado a las imágenes más duras es exquisito y convierte a este libro en una obra que debería ser de obligada lectura en los colegios».
La segunda es una prodigiosa fotografía, como prácticamente todas las suyas, de Cristina García Rodero. Tiene tela donde cortar por lo jugosa, original y plena de contenidos:
La mujer ha pasado por allí con mil tareas a su espalda y lleva prisa, no hay más que verla, la esperan los niños, las tareas de la casa y, en cuanto las termine, las del huerto y el cuidado de los animales domésticos, y de paso, frente a la iglesia, se ha dicho: ay, Dios, cuánto tiempo hace que no me confieso, qué dirá don Segundo, y sin hacer recuento de lo acostumbrado se ha enfrentado a lo inefable. Claro que eran otros tiempos.
El cura parece no estar muy atento, quién sabe si piensa en las labores del hogar, no creo, o más bien en el partido de fútbol de ayer o el que televisarán mañana, pues no en vano fue un gran delantero en el equipo del seminario, tiempo ha. Pero bueno, lo que importa es que cumpla con sus deberes, como así lo hará al final e irremediablemente le perdonará los cuatro pecados de siempre, típicos de una cotidianidad sin sobresaltos.
Lo dicho: dos imágenes con mucha fuerza, a la espera de un puñado de palabras que le den más poder todavía o más sentido o más valor o ayuden a dimensionarlas.
(1) Carmine Di Giandomenico
(2) Cristina Gracía Rodero

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