viernes, 11 de diciembre de 2015

TERNERA DE BUENA CALIDAD



Aunque reconozco su mérito y, a veces, me parecen admirables algunos de sus artículos, esta vez no he podido por menos de saltar de la silla, y aunque no sea feminista, literalmente, que lo sería de ser mujer, y las apoyo en casi todo, en calidad de compañero de viaje, no me hace falta para indignarme con la frase de Félix de Azúa, escritor catalán, afincado en Madrid y miembro de la Real Academia, en uno de sus últimos artículos en El País. El artículo va sobre Antonio Escohotado, ensayista y profesor universitario, de quien dice que en sus juventudes le “birló una novia de muy buena calidad, porque se la merecía”.
Sí, amigas mías, así, textualmente. Como si de una pieza de jamón o tela de vestido o tierra para cosechar berenjenas o papel para envolver chorizos o filetes de ternera... se tratara. Quizá no quiso decir tanto, pero lo dijo, o que fue simplemente un desliz, y no se dio cuenta, pero ¿no corrige el Sr. Azúa, tan meticuloso con sus escritos y con los de los otros? Porque ¿cómo no va a darse cuenta del tamaño garrafal de esa frase que duele dentro, si uno que va por la vida con los pies descalzos, lo advierte con la rapidez del rayo?
En nombre de mi sensibilidad a ras de tierra y humanismo, aprendido en los libros y a la sombra de mis muchas amigas que siempre me sorprenden, y en nombre de ellas, no puedo por menos de indignarme y decir, por favor, cuiden sus señorías, cuidemos todos tanto si somos de arriba o de más abajo de los de abajo ese lenguaje machista, a todas luces, zafio, lo diga quien lo diga, intolerante a estas alturas de la civilización que tanto nos va costando, y antes de hablar pensemos lo que vamos a decir y después de escribir corrijamos una y diez veces si preciso fuera, que lo es, igualmente los que dominan el lenguaje de maravilla y han sido premiados en los mejores certámenes y premios de la piel de toro y sus aledaños como los que no nos hemos comido una rosca en festivales de la cosa.
Ya, y aun sabiendo que pudo ser un desliz, se perdona -“aliquando dormitat Homerus”-, pero quede claro que esos deslices pertenecen al gran magma del machismo ibérico y de allende los mares, de la misma índole de esas otras expresiones bárbaras y groseras: “la maté porque era mía”, “mujer tenía que ser”, “ser de cortas ideas y pelo largo”, “la mujer casada con la pata quebrada y en casa”, “mi marido me pega lo normal”, esto es, la mujer cosificada y anulada, ya digo: similar a una pieza de ternera de la mejor calidad, en los mejores casos. Triste, pero ¿hasta cuándo? Porque ya no se aguanta tanto mal uso del lenguaje y tanto maltrato a la mujer. Ya no se aguanta y cuesta mucho perdonar.

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