sábado, 27 de diciembre de 2025

LUZ, MÁS LUZ, OTRA LUZ

 



La luz del sol comienza a crecer a partir del 21 de diciembre, hoy cuando esto escribo, solsticio de invierno. Como es lento el proceso solo comienza a notarse no antes de los primeros días de enero cuando empieza a despertar la savia de los árboles y los primeros brotes, deseosos de salir, aparecen tímidamente y esperanzados.
Es bueno que nos dejemos arrastrar por la luz y clamar en medio de las sombras que nos circulan e inundan por todas partes, “más luz”, que es lo que la gente de bien a lo que debería apuntarse, deberíamos apuntarnos, con mayor transparencia, mucha mayor honradez y menos ostracismo y cochambre. Nos va en ello la vida, la vida buena, claro, y que el año sea nuevo y feliz, a estrenar con las mejores galas, los pequeños y grandes deseos, los renovados compromisos. Y ahora que se van apagando ¿se van apagando?, las luces del exceso en plazas y calles, es hora de encender las luces de la lucidez, el silencio creador, la alegría de vivir, no contra los otros, sino a favor del viento y de la vida de todos, incluidos los débiles, los silenciados, los frágiles, los que cruzan el estrecho y todos los mares a nado, o casi, buscando, como haríamos todos, medios de vida por encima de la supervivencia, las guerras, el hambre y cualquier atropello salvaje. Y luchar de forma urgente y denodada contra la ola que parece avanzar desnortada de manera insultante: la ola de la maldad y la crueldad como virtudes a practicar. Lo dice, hoy mismo, abierta y expresamente, Elvira Lindo, en su artículo dominical: “Lo significativo del presente es que la crueldad ha cobrado un protagonismo extremo”. Hechos que saltan a la vista ante la impotencia de todo un mundo paralizado, o que mira para otro lado, y así: ahí están Gaza, Ucrania, algunos países de África... y en nuestro suelo hispano, como lo que está sucediendo en estos días en Badalona, los peores días de lluvia, frío y aguaceros a lo grande, en los que se expulsa a la calle a 400 personas sin facilitarles una alternativa habitacional digna, y lo peor de lo peor es que estas decisiones se aplaudan, habiendo perdido toda sensibilidad humana. Frente a esa ola, no hay otra bandera que la de la bondad, la solidaridad y la generosidad por mucho que algunos apelliden a esto “buenismo” de la forma más zafia y miserable.
Sí, luz, más luz, otra luz. Y hablando de luz, quiero citar, una vez más, estos dos endecasílabos maravillosos de Claudio Rodríguez:
”Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada de alba?”.
Feliz Año Nuevo.

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