miércoles, 28 de mayo de 2025

ISRAEL HA PERDIDO EL ALMA

 



“Israel tal vez acabe ganando el pulso táctico con Hamás pero por el camino ha perdido el alma”. Ojalá algún día pueda reencontrarla”. Así comienza un artículo el escritor y periodista Andrea Ricci a quien sigo de cerca. Me quedo aquí, ya seguiré leyendo. Y estoy casi seguro de que el escritor no es antisemita, como tampoco yo lo soy. No confundamos el culo con las témporas.
Tal vez acabe ganando, porque tiene toda la ayuda que necesita, y un poco más, de Estados Unidos, que no le falla. Pero la historia jamás les perdonará, por tanta masacre y destrucción sobre la destrucción, por tan claro genocidio.
Han perdido el alma, si es que la tenían, principalmente Netanyahu y Trump, aunque sus pueblos si no la han perdido camino llevan, porque tendrían que decir NO a tanto horror y no parece que lo estén diciendo, salvo algunos.
Pero, ¿qué es perder el alma?
Echar por tierra y al olvido el lamento de los inocentes, asesinar a niños, matándoles con misiles y de hambre.
Continuar un día más con el exterminio, no escuchando la voz del mundo y solo la de sus seguidores que tienen su alma donde ellos, en el pudridero.
Haber perdido toda sensibilidad, toda humanidad, y estar lejos de la barbarie y la indecencia.
No tener sangre humana en su cuerpo dormido y abyecto.
Intentar salvarse de la Justicia por encima de todo lo demás, para salvar su pellejo, uno, y seguir, cual elefante enfurecido, creyéndose el dueño del planeta como si fuera una cacharrería, el otro.
No saber qué es el respeto al otro, y lo más sagrado, su vida y su dignidad, lo que les lleva a tirar por calle de en medio, la de su sinrazón, su falta de moral, no conocer la piedad y la compasión, que sin ellas vamos al lodazal, en donde reinan la injusticia, el desorden, la bravuconería del imbécil por encima del hombre bueno y sabio.
No saber que en este mundo se viene a sembrar la paz, hacer el amor, ser colegas, camaradas y amigos de los otros creando convivencia y alegría compartida y haciendo caminos que nos lleven a descubrir y crear nuevos mundos de felicidad en armonía bien trabajada.
Perder el alma es haber perdido el sentido de la vida y cuando se pierde el sentido de la vida somos como borregos camino del matadero. El Dr. Frankl que sufrió los campos de concentración nos enseñó como nadie lo que significa, en su inolvidable y excepcional libro ir en busca del sentido de vivir.
Perder el alma es ir de error en error hasta la catástrofe final sin vuelta de hoja, sin poder dar vida a los que la tuvieron y sin poder ya enmendar la plana por los siglos de los siglos. Tamaño es su delito e infinita es su podredumbre.
Perder el alma es que Europa tarde tanto en reaccionar, como el resto del mundo, al no estar mucho más alerta y muchísimo más activos. Y si perdemos el alma estamos perdidos.
Y ahora sí, leyendo el artículo entero, me quedo con todo él, y ya que comencé citando el comienzo, cito ahora el final: “Es imprescindible sancionar. Hay opciones, desde el congelamiento del diálogo político hasta sanciones bien perfiladas. Ese es el camino para que la mancha, indeleble, al menos no siga ensanchándose”, que es, me parece, el camino seguro de perder absolutamente el alma, el sentido de la vida y haber convertido esta en la selva más horrenda.
Termino, te lo diré con Manuel Vicent, tal y como concluye su columna última: “Si no lloras ante las imágenes de esta masacre de Gaza es que estás muerto”. Similar a perder el alma.

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