jueves, 24 de noviembre de 2016

ESAS NO SON MANERAS

Esas no son maneras de llevar el paraguas. Aun cuando llegue la noche y ya en la cama se ponga tierno y quiera hacer el amor como si no hubiera roto un plato, y claro que ha roto... la delicadeza de arroparla con su paraguas aunque sea de él, y peor aún si es de ella.
¿Dónde tiene la sensibilidad y la finura de un buen caballero a lo que está llamado a ser, este perfecto ególatra? ¿Dónde se nos han metido esas virtudes elementales y buenas maneras de ir por la vida? Se empieza por no compartir el paraguas y ya sabes dónde terminan las relaciones de pareja: al carajo y al cabo de la calle, como mínimo. ¿De qué material estamos pertrechados? Ésta es la pregunta. Y no tengo la respuesta.
Lo que sí sé es que no son maneras, y peor si sacas pecho, si te pones fino, chulo y mostrenco en la barra del bar acodado con un vaso de whisky en la mano y carcajeándote con los chites machistas de tu pandilla.
Porque ¿cómo no va a intentar arroparse con su foulard y llevar la cabeza gacha pensando en el dislate de haberse enamorado de ese personajillo por no llamarle otra cosa peor?
Observa bien: él va a buen recaudo y ella, en su mitad, empapada hasta los tuétanos cuando logren llegar a casa, si es que llegan, y si antes no le ha mandado a hacer gárgaras o freír espárragos. Ambas cosas se me antojan saludables.
Y no, no es que me esté poniendo fino y de su lado, que podría ser, sino que estoy, es lo más mío, defendiendo al débil, en este caso a la maltratada, porque eso es un leve maltrato, si se quiere, pero ya hemos quedado que por poco se empieza y luego llegan las cosas terribles al doblar la esquina: por no tener la comida hecha, las camisas planchadas, como las planchaba su madre, ni querer hacer el amor cuando él está cachondo, por responderle airada cuando la insulta y menciona a su madre, de ella, de la manera elegante y exquisita como la otra le enseñó, la de él, por no quitarle una mancha del pantalón o no traerle un vaso de agua rauda y veloz y no obedecer en todo tiempo y lugar como es su deber... y así hasta el infinito.
Y por todo ello y muchísimo menos el nene se ha enfadado y no comparte el paraguas.
No, no son modales, te pongas como te pongas.
Por eso mismo le recomendaría vivamente que escuchara la canción de Marina Rosell: “Trátame bien”, que termina de una forma maravillosa: “Trátame bien, te trataré bien / quizá nos salvará / la delicadeza”. Pues eso, no hay vuelta de hoja.

1 comentario:

Carmen Cubillo dijo...

Siempre han existido personas insensibles, qué lo vamos hacer.