martes, 5 de julio de 2016

PODEMOS CAMBIAR EL PASADO




Leyendo los diarios de Ricardo Piglia me he encontrado esta perla de Oscar Wilde que rápidamente he pasado a mis cuadernos: “Arrepentirse de un acto es modificar el pasado”, y deseo apuntalarla bien para que se quede mucho tiempo haciendo nido.
Primero, qué menos, cuando se ha cometido una falta, un delito, un error... que ha tenido consecuencias y hasta algún daño, qué menos que arrepentirse.
Tampoco está de más avergonzarse por un comportamiento al margen de la decencia y la responsabilidad. Desde que leí a Gamoneda me quedé para siempre con el poema “Malos recuerdos” que arranca con esta frase inolvidable de Marx: “La vergüenza es un sentimiento revolucionario”. El poeta enmienda el pasado porque la vergüenza le persigue insistentemente.
Y pedir perdón, que levante la mano quien esté libre de pecado, y por eso de alguna manera todos estamos obligados a declarar, arrepentidos, que no se volverá a hacer.
Pero, estando muy de acuerdo con todo lo dicho anteriormente, lo que me parece digno de destacar y hacerlo nuestro, si es que estáis conmigo, es la original y hermosísima idea de Oscar Wilde. Porque aunque lo hayamos dicho mil veces, porque así lo aprendimos, que no vale de nada llorar por la leche derramada, tendremos que darle una vuelta de tuerca al pensamiento tantas veces repetido sin ponerlo en tela de juicio, porque sí que vale de mucho llorar por lo hecho tanto si es forma voluntaria como si fue solo producto del azar y de forma involuntaria. Modificamos el pasado tantas veces cuantas nos arrepentimos, nos avergonzamos, pedimos disculpas, manifestamos y sentimos dolor, lloramos por lo estúpidos que fuimos, lo impresentablemente que nos comportamos. También en esto nos diferenciamos tanto de los seres inanimados como de los animados que carecen del raciocinio y los valores propios de los seres humanos...
Corre por las redes este mensaje, claro que corre tanto por ellas, que nunca sabemos lo que es grano y lo que es paja:
“Cuando una persona te decepciona, aunque la perdones nada vuelve a ser como antes”, y no estoy mucho de acuerdo, porque supongamos que conoces, admiras y quieres a esa persona durante un porrón de años de mutuo conocimiento, de gran admiración por ambas partes y de no poco amor. ¿Cómo tirar tanto bueno por la borda por un simple desliz?, porque acaso fue un desliz, un despiste, un no saber qué fue aquello. ¿Cómo no ser capaz de enmendar la plana, empezar de nuevo, si siempre estamos comenzando la tarea de ser más y buena gente? No me lo creo si de verdad hubo tanto como nos decíamos, porque tendría que pensar que todo fue un gran engaño y pura filfa a lo que me niego.
Por todo lo cual me quedo con la hermosa frase de Oscar Wilde, que cito de nuevo para que se nos quede bien dentro:
“Arrepentirse de un acto es modificar el pasado”.
Porque el pasado tiene vuelta de hoja y posibilidad de recambio.
Para terminar doy la palabra, una vez más, a uno de los grandes escritores del siglo XX: “Todo es presente. Ayer no terminará sino mañana, y mañana empezó hace diez mil años”, escribió, con tanta enjundia, William Faulkner, y porque ayer no terminará sino mañana tenemos poder sobre él. Está en nuestras manos cambiar el pasado.

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