martes, 20 de enero de 2015

FLORES Y PÉTALOS DE ROSAS PARA UNA IMPUTADA


Me ha indignado profundamente ver cómo gente humilde de un barrio de Alicante llevaba un gran ramo de flores y le arrojaba pétalos de rosas sobre el suelo para que Sonia Castedo, la ex-alcaldesa, que iba a los Juzgados a declarar, los pisara como si de una alfombra roja se tratara. Indignación y asco. Y me ha venido toda una cascada de ideas y sentimientos que siempre he rechazado.
Aplaudir y homenajear a alguien que está imputada por varias causas, con indicios fundados y graves, por mucha presunción de inocencia que prestemos con justicia hasta que la Justicia hable, me parece de una frivolidad, banalidad y desparpajo insolente incapaces de digerir. Así como he dicho hasta la saciedad que los refranes no siempre son la sabiduría del pueblo, porque con frecuencia hay refranes necios, machistas y que faltan a la verdad más elemental, habrá que sostener que no siempre la voz del pueblo es sabia, veraz y acertada. Y menos, desde luego, cuando vota a corruptos.

Es peligroso encumbrar a personas y entes de todo tipo y condición sin discernir, y más cuando existen muy densas sombras en torno a ellas. Y de igual forma, por mucho ditirambo y aplauso, que queramos regalar a la gente, al pueblo, a la ciudadanía, tendremos que convenir que, sin dejarnos llevar del calentón de las vísceras, muy dados en estos lares de clima de altos voltios, no todo el monte es orégano y que por muchos regalos que quizá hayamos recibido de los caciques de turno y muchas hermosas canciones que hayan regalado a nuestros oídos divas y artistas del espectáculo no podemos vender nuestra alma al diablo y dejar nuestra dignidad por los suelos, porque la verdad es la verdad y los halagos y embustes nos llevan siempre por un camino enlodado de mierda y cochambre. Rebeca, escribe un comentario, en Facebook, como sin querer dar en la diana: “a saber lo que hay detrás de ese ramo”. Sí, a saber. Porque a cuento de qué...

Escuchar la voz del pueblo, siempre, lo que no quiere decir que tengamos que estar de acuerdo siempre y sin más, criticar esa voz de igual forma en todo momento y lugar, hasta el amanecer dejando que nos envuelva la luz de la verdad si hemos dado con ella. Porque si es voz debe estar abierta a otras voces, a toda crítica y a la búsqueda de la verdad y si es pueblo se merece el aplauso cuando haya realizado algo digno de aplauso, ya que el serlo no le da sin más el atributo de ser intocable, endiosado, encumbrado, sacralizado. De dioses andamos ya sobrados, no añadamos más a la lista, y sobre todo no sacralicemos las opiniones, porque éstas deben someterse a la duda y a la crítica. Ello es saludable al cuerpo y no digamos al espíritu.

Pero volvamos al principio para sentir indignación y vergüenza por la desfachatez de esta ex-alcadesa imputada que ha ejercido su cargo de manera tan indigna y desvergonzada y por esos a los que no llamaré pueblo que, de forma tan servil y patética, le llevaron flores a la entrada de los juzgados y arrojaron pétalos de rosas para que pisaran sus lindos pies sobre ellos. ¡País! ¡Pobres rosas, pobres pétalos!

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