martes, 7 de mayo de 2013

UN RESPETO, SEÑORES, UN RESPETO





(EL RESPETO SUGIERE RECIPROCIDAD)


Le he dedicado a la palabra respeto y al concepto que lleva consigo bastantes reflexiones e incluso algunas páginas, porque me llamó siempre sobremanera el cambio que ha sufrido en el tiempo de forma muy positiva. Nada tiene que ver el significado que ha adquirido hoy, conforme por otra parte con el origen del vocablo, en cuanto mirada atenta, reconocimiento, aprecio... al otro, en comparación con  la idea que teníamos en nuestra lejana infancia cercana al miedo: consideración y veneración hacia los mayores en edad, dignidad y sabiduría sin la más mínima contraprestación hacia todos aquellos que aún no gozan de tanta edad, dignidad o sabiduría. Y como dice el filósofo y profesor José Antonio Marina, se trata de un sentimiento activo, que se prolonga en una acción de cuidado, protección y ayuda. Es el respeto del hijo a sus padres y del alumno al maestro, mezcla de veneración, admiración y estima, y el respeto que le deben los padres a los hijos y los maestros a los alumnos, una buena simbiosis de aprecio, valoración y apoyo incondicional.

Por ello la idea de Soledad Gallego Díaz en un artículo espléndido, como todos los suyos, siempre está sembrada esta mujer, sobre la reciprocidad del respeto me parecido de un acierto enorme. Ella se refiere con una inmensa carga de perspicacia y compromiso cívico a lo difícil que es respetar a quien trata despectivamente y acude, como ejemplo clarividente,  a la falta de respeto por parte del Gobierno el mismo día en que se anunció que el paro había llegado al 27´19% de la población activa, en el que uno de los portavoces va y dice que no deberíamos “cegarnos” porque “la política económica da buenos resultados” y, una vez más ¿cuántas van ya?, nos toman por imbéciles. Y Rajoy haciendo mutis por el foro. ¿No habría que pedirle y exigirle más respeto?

La idea de respeto, dice la ilustra periodista Gallego Díaz, sugiere reciprocidad y me atrevo a añadir que exige a su vez reciprocidad: el mayor debe exigir respeto a los menores, naturalmente, nunca temor, no menos que éstos a sus mayores, de igual forma nosotros, en calidad de subordinados, debemos un  respeto a nuestros gobernantes, y éstos nos lo deben a nosotros, pero si nos lo pierden que no se lleven las manos a la cabeza y pidan inmediatamente la presencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad para poner orden, porque son ellos quienes deben ponerlo y tenernos en mucha mayor consideración, mirada cercana a lo que nos pasa y nos duele para gobernar acorde con nuestra situación y gestionar “la cosa pública” de la forma más correcta y limpia.

Un respeto, señores, un respeto, (están hablando con sus representados, el pueblo que los ha elegido) cuando hablan, claro, como deben estar siempre-siempre dispuestos a que se les pregunte, no como el Sr. Cotino, presidente de las Cortes Valencianas, al genial periodista Évole, que le ignoró y caminó a su lado impertérrito escuchando las preguntas tan pertinentes y necesarias como si oyera llover, faltándole al respeto y a todos nosotros en calidad de espectadores, como cuando el resto de políticos da ruedas de prensa sin permitir preguntas, qué poco respeto, ¡válgame Dios!, qué poco respeto.

2 comentarios:

El pastor de... dijo...

Respeto, respeto señores pero… ¿saben lo que es el respeto? Vamos a ver: dice la ministra de no sé qué, bueno si sé de qué, pero por respeto no digo de que cartera porque ¡madre mía!, que la Macarena nos está ayudando contra el paro. Yo digo, respete usted a la Virgen porque se la está cargando con sus apreciaciones.
Pero hay más, la misma ministra de no sé qué, bueno sí sé, pero por respeto no lo digo, que yo, pensionista, la tengo que agradecer el no subirme la pensión. Vamos a ver señora ministra de no sé qué: respétenos un poquito por favor porque ya ve que yo sí que la respeto, la respeto tanto que por eso no doy su nombre, para que nadie sepa quién lo ha dicho, aunque me temo que el personal, que no son tontos, saben de quién se trata.
Y para no aburriros no sigo con otros ministros, de otras carteras, que deben de pensar que los pastores, por el hecho de serlo, son imbéciles. Miren señores ministros y allegados, en este país ya hace rato que el más tonto hace relojes de madera y funcionan. ¡Respeto, señores respeto! Al fin y al cabo, ¿quién les paga su sueldo? Me refiero a la nómina.
Un abrazo.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Van por muy mal camino y por eso suspenden todos en todas las estimaciones de la vecindad, porque no nos respetan y nos creen imbéciles: a los pastores, bomberos, catedráticos, afiladores y a todo hijo de vecino.
Ah, la ministra que, por respeto, no nombras, acudió a la Virgen del Rocío, no a la Macarena, pero es igual.
Un abrazo