jueves, 18 de abril de 2013

NIÑO, PERRO Y CHARCO




 



Corre por las redes un vídeo muy breve sobre un niño, no más de tres años, y un perro grande y tranquilo. El niño lleva al perro atado por un camino de tierra o mal asfalto y, al pasar por un charco de agua, se detiene, mira hacia atrás al charco, deja la correa en el suelo y se dispone a atravesar lo que a sus ojos infantiles no es menor que un río o incluso un inmenso mar. Se le ve enormemente feliz. El perro mira hacia atrás para ver dónde va su amigo y dueño y espera paciente hasta que el niño pasa varias veces el río y, una vez satisfecho, vuelve, coge la correa y continúa el paseo como si nada hubiera ocurrido.
Da que pensar:
1.- Diferente instinto y distinta inteligencia. El perro fiel a su dueño espera a cuanto haga su amo, pero no ve más allá de sus narices. El niño ve en un charco de agua todo un mundo a descubrir y con quien jugar. Hay más que instinto.
2.- Más que la correa les une a los dos la fidelidad y la amistad. El perro le espera con una enorme paciencia y el niño sabe que acabado el juego y la aventura debe volver a recoger a su perro amigo fiel.
3.-No se deber desperdiciar la ocasión, y más cuando la pintan calva, también vale aquí el carpe diem. Si te sale un charco en el camino: disfrútalo, no maldigas el barro y juega, y si llueve, alegra la vida, porque suele ser loro molido que empapa la tierra, llena la despensa de los pantanos y da vida a tu vida.
Te lo recomiendo, dura un minuto y cinco segundos. Es una gozada.
Ah, y no te olvides de apreciar las dos magníficas lecciones del niño y del perro.


1 comentario:

El pastor de... dijo...

¿Es difícil ser feliz? Un camino... -importante sin asfalto-, el mar y un amigo. Más... ¿para qué?
¡Ah! y los que ladran no son estos perros, otros son.

Un abrazo.