En un artículo de mi admirada y admirable, Rosa
Montero, acabo de leer una historia árabe luminosa:
Érase que se era un mercader árabe que entró en una
ciudad un día de mercado y le dio a un mendigo dos monedas de cobre. Al irse,
horas más tarde, se lo volvió a cruzar, y le preguntó qué había hecho con el
dinero. Y el hombre contestó:
“Con una moneda compré un pan, para tener
con qué vivir, y con la otra una rosa, para tener por qué vivir”.
Lo trae a cuento la escritora para fundamentar una
estupenda experiencia en comandita que consiste en montar una campaña para
estas Navidades, de forma que los hijos de padres en crisis reciban juguetes de
otros hijos que nadan también en la abundancia de juguetes. Y sale ante el
peligro de muchos que, además de haber conocido por dentro las tripas de la
pobreza, pueden sentirse culpables de creer que es una frivolidad en tiempos de
escasez regalar juguetes a los niños.
¿No es verdad que viene como anillo al dedo el
cuento del mercader árabe? Con el pan vivimos y con las rosas tenemos razones
por las que vivir, no sé si tan importante como vivir, porque se nos domesticó hasta
la saciedad que primero vivir y después filosofar. Ni primero ni segundo, sino
a la vez: Un bocadillo bien armado y un manojo de pensamientos y canciones.
4 comentarios:
Tengo, no sé si el presentimiento o la certeza, de que después de muchos años luchando para tener con qué vivir, no hemos aprendido a tener por qué vivir y preferimos morir de indigestión.
Un abrazo
No, no hemos aprendido.
Sin duda, es una buena historia la de Rosalia de Castro, para reflejar la ilusión que nos permite seguir viviendo en estos tiempos de crisis. Y sobre todo a los más pequeños de la casa, pues ellos son nuestro futuro, y sin ilusiones no se vive. Así que, el solidarizarse a través de la donación de juguetes para los niños, es un buen ejemplo de mantener la ilusión de todos.
Noelia: La historia la cuenta Rosa Montero y es una leyenda árabe.
Saludos cordiales.
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