lunes, 13 de junio de 2011

SERES A LA INTEMPERIE

“Vivimos en un mundo en el que todo parece conspirar contra la larga duración, contras los proyectos distendidos en el tiempo, los vínculos duraderos. No podemos contar con la seguridad de un trabajo estable, de unos saberes incontrovertibles o unas relaciones protegidas frente a toda adversidad”, Ética de la hospitalidad de Daniel Innnerarity

Si la semana pasada tu hijo o tu hija, qué más da, te comunica que la empresa le ha dado la carta de despido y ayer viene a comer para decirte que ha roto la relación tras año y medio de compartir piso, cama y comida, no pienses que eres raro, un ser de otro planeta o que tienes la negra y la mala suerte se ha cebado en tu casa. Está a la orden del día de cualquier familia normal, católica, apostólica, budista, atea o simplemente indiferente a las cuestiones de la fe, la moral y las buenas o malas costumbres.

Y puede dolerte, tú que habías puesto todas tus complacencias y una más en tus hijos y pensabas para ellos conforme a tus criterios, forma de pensar y ser, pero ellos tienen otros criterios diametralmente opuestos o muy distantes y otras maneras de ver la vida y todas sus circunstancias y comportarse de unos modos que nada tienen que ver con los que tú has vivido y tratado de proyectar. Y tampoco vale que les eches largos discursos porque no conectan con los suyos y cansados de escuchar pueden responderte con un: esto es lo que hay, que te caes de culo o te quedas paralizado porque no sabes qué contestar, aunque siempre es bueno decir lo que cada uno piensa, que si es razonable y oportuno quedará ahí en sus alforjas para su reflexión y digestión posterior.

En el mundo en el que estamos viviendo, lo dicen los sabios, nada dura, nada es estable, ha pasado la hora de los dogmas, vivimos expuestos a todos los vientos de la fragilidad, la perplejidad y el desarraigo.

Frágiles, inseguros, con relaciones nada duraderas, duran lo que duran, de trabajo en trabajo diferente y bien distinto al que dedicaron sus años de preparación y estudio, o en paro indefinido, te transmiten fragilidad, inseguridad y hasta dudar de tus relaciones que te parecían inmutables, duraderas y que se sostienen porque se sostienen, acaso sin demasiado fundamento y más bien sobre el débil cimiento de la costumbre y la inercia. Por eso hay que tener cuidado con el discurso fácil, machacón y oxidado.

Y volviendo, para terminar por hoy, al título, lo haré repasando algunos subrayados del libro con el que inicié estas reflexiones, porque habrá que volver, dado que es una fuente inagotable de profundos pensamientos. Seres a la intemperie, como siempre por otro lado, desde que el mundo es mundo, o como dice Innerarity citando a Steiner, huéspedes unos de otros, que significa que nuestra instalación en el mundo tiene la estructura de la recepción y el encuentro que exigen de nosotros una ética de hospitalidad con valores tales como generosidad, apertura y disposición, la mejor de las herencias en esos tiempos de crisis e intemperie.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como es lunes me doy una vuelta por este blog. A ver qué ha escrito Ángel, pienso.
Aquí nadie se encuentra a la intemperie. Siempre hay un cobijo.
Bussa bussa.
Gloria.

Xoán González dijo...

Anda, pásame el libro cuando ya lo hayas exprimido del todo: me parece muy interesante.
Y pásame también el vino... que ya hace semanas que no voy a merendar a tu casa... y ya se sabe que donde comen tres...