jueves, 29 de julio de 2021

ELOGIO DE LA REPETICIÓN

 


Uno creía que en la novedad estaba todo lo bueno, sin mezcla de mal alguno, hasta su adoración, y va Kierkegaard, filósofo danés de siglo XIX y nos cambia el paso, y no de ahora, porque ya ha llovido desde que publicara su pequeño libro “La repetición”, aunque a decir verdad, haya quedado en el desván del olvido, como tantas otras obras importantes. Y me parece a mí que, en estos momentos, nos viene como el mejor de los anillos al dedo predilecto, porque, si de aprender más y mejor, perfeccionarnos en lo que estamos trabajando y caminar por los caminos de la excelencia se trata, no hay otro método mejor ni otra vía que la repetición. Y más aún, si queremos disfrutar a fondo, pongo un solo ejemplo, de un gran concierto de música, no hay otro camino más acertado que el de repetir y repetir la audición hasta que la aprendamos casi de memoria con todos y cada uno de los sones, con todas y cada una de las estrofas musicales.
Tan importante fue para el pensador existencialista que calificó a la repetición como un don y una nueva categoría a descubrir. La repetición, no el eterno retorno de todas las cosas, nos dirá, sino algo diferente, ni algo completamente nuevo, ni tampoco el retorno de lo mismo. Desde una mirada superficial todo parece lo mismo, pero a poco que se profundice en los temas y en las cosas todo es nuevo en cada instante.
Es la repetición la ocasión de poder ir al fondo y penetrar en el corazón del misterio, en el corazón de la trascendencia, que consiste en “ir más allá, cruzar un límite, traspasar una frontera”.
A diferencia de Nietzsche el esquema no es circular, cada retorno, para Kierkegaard, representa un avance, un crecimiento, un paso hacia la madurez. ¿Cuál, si no, es el método de progresar y llegar a dominar hasta la perfección un instrumento musical si no es a través de dedicarle horas y horas y muchos años, repitiendo las mismas notas y compases?
La repetición es, asimismo, una categoría que se centra en el presente, en el valor del aquí y el ahora, pero también en el recuerdo. Consiste en degustar el pan de cada día o el postre de siempre y siempre distinto, como los niños a los que lo que más seduce y quieren es siempre escuchar el mismo cuento. ¿Será que en cada momento adquiere una nueva dimensión y deferentes sentimientos? Seguro que sí. Termino de leer el libro “Elogio de la madurez” de Francesc Torralba y su mejor capítulo, con creces, es el dedicado precisamente a glosar el libro de Kierkegaard “La repetición” y me ha obligado a beber de nuevo en las fuentes del pensador de Copenhague.
Nota no tan al margen: Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y hemos hecho una oda a la repetición, llevemos este mensaje a la práctica, una vez que hemos llegado con las aportaciones musicales al Nº 200, el lunes pasado. Me parece importante repetirlas, desde el principio, para oírlas de nuevo, nuevamente, que la repetición, ya lo hemos aprendido, representa un avance, un crecimiento, un paso hacia la madurez, como nos han enseñado los grandes maestros. Nos gustará volver a ellas y disfrutarlas, yo el primero, al tiempo que voy metiendo en la mochila otras 200 melodías.
https://youtu.be/jOSnOuIVsBE D.Shostakovich - Waltz No.2 (from the Jazz Suite No.2) Con este vals iniciamos esta aventura musical.

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