lunes, 21 de septiembre de 2020

YO, POR MIS HIJAS, NO MATO

 


Hubo un tiempo, todos la recordamos, que se hizo, hasta famosa, por aquello de que la mayor sinrazón puede llegar a ser “viral” en las Redes o en la tele, la frase desdichada de Belén Esteban: “Yo, por mi hija, mato”, y cuando la pronunciaba, lo hacía con tal delirio visceral que había que alejarse o ponerse a un lado para que la furia pasase de largo. Me da que no solo ella piensa así. Las palabras, y las ideas menos aún, no son inocuas. Si alguien se levanta todos los días de mañana y comienza a decir: Yo, por mi hija, mato, tiene más posibilidades de realizar tal acción, mostrenca y asesina, que si en su contra da gracias a la vida que nos ha dado tanto, por poner un ejemplo. No me cansaré de sostener que las palabras pueden hacer daño, gravemente, a quien las pronuncia en primer lugar, y hacia quien van dirigidas, naturalmente, ni me cansaré de afirmar que, en situaciones límites, nadie sabe cómo reaccionará, yo el primero, pero cuando uno está en sus cabales, frío, fresco de amanecer amoroso, puede y debe adiestrar a la bestia salvaje que todos llevamos dentro para que, llegado el momento de la posible estupidez, estemos más predispuestos a usar en todo momento y lugar la razón fría y lo más serena posible. Por ello, ahora y en este instante, prometo y juro, si hay que jurar, no puedo por menos que exclamar: Yo, por mis hijas, no mato, porque no quiero ser un energúmeno imbécil y asesino por mucho daño que les pudieran ocasionar a lo que más quiero en este mundo junto a su madre. Lo firmaría y sellaría en la inmensa mayoría de mis horas, días y años, por no insinuar que absolutamente, porque yo tampoco puedo estar seguro de lo que puede suceder mañana mismo. Y cito una frase de la escritora, premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, que viene como anillo de oro: “No quisiera saber cuáles son mis instintos en situaciones extremas. He hablado con mujeres y hombres que vivieron la batalla de Stalingrado y el cerco de la ciudad; gente buena que en un momento así hizo barbaridades”. Una experiencia del tipo que comenta la escritora bielorrusa, no me gustaría tenerla, ni tú, ni nadie, quiero creer. Pero esta es otra historia. Por eso, insisto yo, hay que prepararse para todo lo contrario, para que esas posibles atrocidades no afloren nunca. Y nunca es nunca. Hace unos días, comenzaba un artículo Manuel Jabois, refiriéndose a la lealtad, en su día, del ex -número dos de Interior de gran actualidad: “Yo hago cualquier cosa por mi hijo, es una frase impresentable, moramente criminal, que goza del prestigio que suele tener lo que apela al instinto sobre la razón”. Y ya lo sabes, nunca es nunca.
https://youtu.be/mDNmHpXlWfk HAUSER - Lascia Ch'io Pianga. Solo instrumental.
Y con voz: https://youtu.be/Yw1A5TQVwvQ. G. F. Händel, Lascia Chio pianga. Soprano; Julia Lezhneva

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