Se lo escuché hace unas noches
en la tertulia de la SER al famoso periodista y tertuliano Miguel Ángel
Aguilar y me pareció, aunque a veces divaga demasiado, una de sus muchas
genialidades, cuando valoraba las últimas declaraciones de Pedro
Casado, que, de paso, diré que está más guapo cuando está callado y no
como una máquina a toda pastilla escupiendo palabras, quien vino a decir
lo que ya hemos escuchado hasta la saciedad por muchos de sus colegas
de partido, ante los casos de corrupción, ahora de la trama Púnica:
“Estamos abochornados, indignados y avergonzados”, y fue Aguilar y soltó
la genialidad, no me digan que no lo es: Por favor, la indignación es
nuestra y hasta eso nos quieren robar. Cito de memoria.
Efectivamente, somos nosotros, los ciudadanos de a pie, con todo
derecho, los que estamos abochornados y avergonzados, pero sobre todo
indignados. Y más cuando se ponen de perfil, y mucho más cuando señalan
con el dedo a otros, y tú más, cuando estamos hablando de ellos, porque
si hay que hablar de los otros ya lo haremos cuando toque, que aquí
nadie debe irse de rositas, ni yo mismo, y más cuando nos cuentan el
cuento de las manzanas podridas, porque eso es un cuento y no es toda
la verdad, el problema no es que haya algunas manzanas podridas, que son
muchas, no nos engañen, sino que es el gusano el que pudre y contamina,
es el gusano que se halla en la misma cesta, en el sistema, que no
permite la transparencia, el verdadero control, el trabajo de los
funcionarios, técnicos e interventores que siempre tuvo la
administración en su puesto y que ahora siguen estando, pero parece como
que no estuvieran.
¿Quiere un consejo Sr. Casado? Ya sé que no me
lee, y que ni me escucharía si me tuviera al lado. Habla Vd. demasiado.
Haga caso a Miguel Ángel Aguilar y dígaselo a los suyos, principalmente a
Rajoy, Cospedal, Santamaría, Hernando, Aguirre, González Pons, a todos
los ministros, que no nos roben la indignación, que nos pertenece.
Laven la ropa, la suya o la de los suyos, que huele por lo sucia y
corrupta y dejen de mirar a las estrellas y al tendido pidiendo votos. Y
cuando esté limpia como los chorros del oro, hablamos, y si hay que
indignarse nos indignamos todos juntos.
Más aún: se lo pido por
favor, no nos digan que a Vds. nadie les da lecciones de ética, cuando
todos, incluidos Vds., estamos tan necesitados de ética y de estética,
¿por qué van a ser Vds. más que los demás?
Más aún: no vuelvan a
comportarse como lo hicieron cuando apareció la Gürtel, como si aquello
no fuera con Vds. Iba con Vds. Eran Vds. No todos, menos mal.
Así que lo dicho: no nos roben la indignación que es lo último y lo poco que nos queda.
Ah, y gracias, Miguel Ángel Aguilar, muchas gracias, maestro, por permitirme chupar rueda.
viernes, 31 de julio de 2015
NOS ROBAN HASTA LA INDIGNACIÓN
Publicado por ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ en 2:48
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